jueves, 15 de diciembre de 2011

¿Me lo merezco?


No se si tengo lo que me merezco. Siempre pensé que todos los seres humanos tienen lo que se merecen y la vida me ha demostrado que no es así. Tanto niños como adultos se enfrentan a tantas adversidades en el transcurso de la vida en cuanto a la salud, pobreza, desamor, abusos, injusticias, maltratos, mentiras, desilusiones y sueños inalcanzables. ¿Son los niños merecedores de enfermedades terminales? ¿Son los jóvenes merecedores de muertes violentas e injustas? ¿Son los viejos merecedores de una enfermedad y un sufrimiento prolongado? ¿Son todas estas personas merecedoras de la vida o la muerte que les ha tocado? No lo creo. No creo que haya sido lo que merecen. Eso no es lo que quiere Dios. A él le doy gracias por haberme dado la oportunidad de ver crecer a mi hija y el hacerme el milagro de nacer y crecer en un hogar con grandes valores, con un gran equilibrio emocional que me han hecho ser una persona un poco más centrada; pero que no me excluye de cometer errores, de tomar decisiones equivocadas, de no ver más allá y creer profundamente en los seres que he amado. Seres que han llegado a mi vida para dejarme enseñanzas: Me han enseñado que la vida es tan corta y puedes morir sin haber disfrutado, por decisión propia, de tantos momentos de felicidad pensando que aún tendrías tiempo. Me han enseñado que la vida no es sólo sexo, que hay cosas, más allá de la carne que te hacen feliz, que puedes vivir por años sin hacer el amor y aún sentirte emocionalmente satisfecha. Me han enseñado que aunque pasen los años y el amor fue profundo permanecen en el tiempo los recuerdos y las vivencias gratas que compartimos. Y por último, pero no el menos importante, este ser que he amado profundamente que me ha enseñado a amar incondicionalmente, me ha hecho tener incontables momentos de felicidad, me ha ayudado a cumplir mis sueños y mis metas, a tomar decisiones muy importantes, me ha enseñado que la vida es corta y que hay que disfrutarla, que el sexo es el termómetro de una relación, que no se puede vivir de recuerdos. Me ha enseñado las dos caras de una moneda, que pueden llevarte a la gloria y al infierno al mismo tiempo, que puedes ser tanto oveja como lobo, que puedes ser tan transparente como hipócrita, me ha enseñado la esencia y lo genuino y también los cambios y transformaciones, me ha enseñado que así es la vida y que lo merezca o no me ha tocado vivirla.

Ahora bien, todas estas enseñanzas te hacen crecer o no.


Es tu decisión y si tienes la oportunidad de poder cambiar lo que te ha tocado vivir porque no te hace feliz. ¡Hazlo! No te quedes esperando por la vida. ¡Vívela!